PLAN-DEMIA ó FALSA PANDEMIA DE CORONAVIRUS Y COVID-19.
La plan-demia ó plandemia es un término que sirve para describir a la que es, por mucho, la mayor mentira a nivel mundial jamás propagada e implementada en la sociedad moderna. La farsa o mentira del coronavirus SARS-CoV-2 y sus 40,000 variantes (todas inexistentes por cierto), o la llamada Pandemia de COVID-19 propagada en todo el mundo, son sólo algunas de las gigantescas mentiras promovidas por la élite mundial, implementadas por todos los gobernantes y propagadas por todos los medios de desinformación social que le trabajan al sistema.
Entre los objetivos que persigue la falsa pandemia de coronavirus están:
El control y la manipulación social.
La escasez de alimentos, inflación generalizada y hambruna mundiales.
El empobrecimiento y/o desaparición de la clase media.
El enriquecimiento aún mayor de la clase alta (Los ricos serán más ricos).
La despoblación mundial. Esto lo han ido consiguiendo a través de hacer pasar todas las muertes de cualquier causa por muertes de COVID, pero se piensa que la mayor cantidad de muertes que se le atribuyen a esta supuesta enfermedad han ocurrido por la desatención en hospitales de pacientes con accidentes, enfermedades y patologías reales.
La desaparición del dinero físico y la implementación del dinero digital.
La pérdida de libertades individuales. Las personas que no se vacunen o no obedezcan las medidas "sanitarias", no podrán llevar una vida normal. No podrán comprar o vender, viajar, estudiar, trabajar, acceder a lugares y servicios públicos, etc. A los que no se vacunen se les negarán o limitarán totalmente sus derechos.
La descristianización de Occidente. La falsa iglesia de Jorge Mario Bergoglio y la masonería eclesiástica han contribuído enormemente a llevar a cabo este objetivo. Lamentablemente millones de pseudocatólicos en todo el mundo no han querido darse cuenta de esto.
El cubrebocas, barbijo, bozal, mascarilla, o tapaboca, es ahora el precursor de "La marca de la bestia", un sistema de control y manipulación dictatorial implementado por la élite a nivel mundial.
Cuando eras niño(a), ¿recuerdas por su nombre científico a los catarros, gripes y resfriados que te enfermaban una o varias veces al año? ¿Te interesaba saber qué virus te había atacado cuando tenías 5 o 10 años? ¿Tus papás te ponían cubrebocas todo el tiempo para que no te enfermaras? Si un familiar tuyo se enfermaba de hepatitis o sarampión (que por cierto, esas sí son contagiosas), ¿ponían en cuarentena a toda la población, o solamente al enfermo?
10 razones para desenmascarar este gran engaño de la élite mundial:
Nunca antes se le había dado tanta difusión y cobertura en los medios de comunicación globales a un virus supuestamente contagioso y mortal; y que independientemente de si existe o no, o de si fue creado en laboratorio o no, ni siquiera ha podido ser aislado ni fotografiado. La mayor parte de las imágenes que hay en internet del supuesto SARS-CoV-2 no son fotografías captadas por un microscopio electrónico, sino que están hechas en ordenador para satisfacer la curiosidad de los creyentes.
Aunque no conocemos los planes secretos de la élite, podemos deducir que, en base a las medidas que han tomado, pareciera que su verdadera intención es acabar con el actual modelo económico y de sociedad en que vivimos. La élite ya no necesita más dinero ni más poder. Ya tienen todo el que deseaban. Ya controlan absolutamente todo (medios masivos de comunicación, gobiernos, sistemas de salud, religiones, etc.). Mediante este famoso "reseteo económico" echaron a "rodar una piedra" que ahora ya ni ellos pueden detener; provocando el cierre de muchísimos negocios, pérdida de empleos, encarecimiento y escasez de alimentos, así como la pérdida de libertades civiles y religiosas. Al parecer, en sus siguientes pasos buscarán alcanzar la vacunación masiva obligatoria de personas en todo el mundo, la desaparición del cristianismo y la despoblación mundial.
Debido a que la élite le ha asignado a cada país una "cuota de fallecidos" para darle credibilidad a esta "plandemia", los gobernantes en turno han tenido que recurrir al abuso de poder y al uso de la fuerza pública, así como a la violación de derechos y libertades de la población para imponer la idea de que el supuesto virus es muy contagioso y mortal.
Son muy pocos, por no decir poquísimos, los casos de personas supuestamente enfermas de COVID-19 que fallecen en su casa o en la calle. La mayor cantidad de muertes ocurre en los hospitales públicos o pertenecientes al sistema de salud del estado. Casi todas las fotografías de cadáveres tirados en la calle o ataudes amontonados que aparecen en los medios son falsas o muy antiguas. Muchas de estas fotos pertenecen a acontecimientos muy ajenos a esta falsa pandemia. De hecho, las listas de supuestos fallecidos que publican algunos hospitales ni siquiera incluyen el nombre del paciente.
Las personas que acuden a los hospitales por temor al COVID, corren el riesgo de ser asesinadas por el equipo médico. Son numerosos los casos de pacientes que murieron después de ser conectados a un respirador. Aunque algunas causas de muerte se le pueden atribuir a lesiones e infecciones causadas por una mala manipulación del paciente o del equipo, en la mayor parte de los casos, que bien se pueden dar por ciertos, se ha sabido que algunos médicos y enfermeras que trabajan para el sistema utilizan una inyección letal cuando necesitan aumentar las cifras de fallecidos, o simplemente los abandonan en algún área del hospital hasta que mueren. Se han sabido y están documentados los casos de extracción de órganos a estos pacientes, aprovechando que la plandemia les permite legalmente dejar de practicar autopsias y de rendir cuentas a los familiares.
A ningún familiar se le permite acompañar al paciente. Si éste fallece (o lo matan), su cuerpo es inmediatamente incinerado para evitar la autopsia o investigaciones futuras. Son verdaderos asesinatos y genocidios cometidos con total impunidad y respaldados por el sistema político y legal de cada país. En el mejor de los casos, a los familiares que reclaman un cadáver les entregan solamente las cenizas. A veces ocurre que las cenizas que reciben pertenecen a otra persona, ya que los cadáveres o cenizas de su familiar "se les pierden" o "confunden" a los empleados del hospital o de la funeraria.
Ya no son los médicos quienes se encargan de extender el acta o certificado de defunción. Ahora es el departamento administrativo de los hospitales el encargado de realizar dicha tarea. Esto lo hacen con la finalidad de achacar la mayor cantidad de muertes posibles al supuesto virus. En México se ha sabido de familiares a los que les ofrecen dinero a cambio de aceptar la alteración del parte médico. Se ha dado el caso de funerarias que se encargan de todo el papeleo por un "módico precio" sin que ningún médico confirme la causa de la muerte o acuda a verificar el cuerpo.
La élite se ha encargado de reclutar a celebridades, famosos, políticos, líderes de opinión, youtubers, etc. para que hablen a favor de la existencia del virus o para que se dejen ver públicamente usando cubrebocas y obedeciendo las reglas de confinamiento y distanciamiento. Cualquier persona u opinión contraria a los planes de la élite es inmediatamente borrada, silenciada o ridiculizada. Esto ocurre frecuentemente en YouTube, redes sociales y demás medios de comunicación.
En el aspecto religioso, nunca en la historia del cristianismo se habían cerrado los templos e iglesias cuando había epidemias o el brote de alguna enfermedad contagiosa. Es más, los enfermos recibían la ayuda espiritual del sacerdote y de la Iglesia para pedir a Dios por su curación o para aceptar cristianamente su enfermedad o la muerte.
Ha sido muy notoria la participación de la alta jerarquía de la Iglesia Católica en toda esta farsa. No olvidemos que la élite se ha infiltrado en muchas religiones para intentar acabar con el cristianismo.
Jorge Mario Bergoglio, cardenales, obispos y sacerdotes, todos ellos pseudocatólicos, se han dado a la tarea de implementar medidas acordes a las necesidades de esta élite mundial satánica, como son:
El cierre de los templos.
La persecución y expulsión de sacerdotes tradicionalistas y conservadores que no quieran obedecer las nuevas reglas.
La supresión de la Santa Misa y de los sacramentos.
La prohibición de la comunión en la boca.
La implementación de las "misas virtuales", así como la comunión en la mano o la "autocomunión" en bolsitas o paquetitos, lo cual es a todas luces un sacrilegio y un pecado muy grave de profanación. Se ha sabido de personas (brujos, brujas, sectarios, etc.) que acuden a los templos y se llevan las hostias consagradas para usarlas y profanarlas en ritos satánicos.
El uso de medidas absurdas y ridículas para modificar el rito de la Santa Misa, como son: el uso de cubrebocas, guantes, máscaras o caretas de plástico, termómetros para medir la temperatura, pistolas de agua para hacer la aspersión del agua bendita, muñecos de juguete para representar a los apóstoles en la misa de Jueves Santo, señalizar bancas y pedir la sana distancia, misas a puerta cerrada o televisadas, etc.
Quitar el agua bendita en la entrada de los templos y reemplazarla por gel antibacterial.
Silencio y complicidad ante los graves atentados contra algunas iglesias que han sido incendiadas, o estatuas o figuras del cristianismo que han sido derribadas o destruidas.
Si todo lo anterior lo vemos desde un punto de vista espiritual, nos daremos cuenta que las medidas sanitarias implementadas, además de obligatorias, ridículas, absurdas e inútiles para evitar la propagación de un virus inexistente o inofensivo (que para el caso da lo mismo), tienen por detrás un complejo plan demoníaco muy bien armado. No es de extrañar entonces que sea la propia élite quien se esté encargando de prepararle el terreno a Satanás.
Sólo los auténticos y verdaderos cristianos, aquellos con entendimiento dado por Dios, podrán ponerse a salvo de este satánico plan de dominación mundial.
Por último, es necesario recordarle a la población que los derechos y libertades individuales deben ser defendidos aún con la propia vida. También es un deber cristiano matar cuando hay que hacerlo. Por tanto, amigo lector, estás en tu derecho de defenderte mediante la fuerza de todos aquellos promotores oficiales de esta plandemia que quieran obligarte a vacunarte o a ponerte un cubrebocas. No te dejes engañar o controlar por esta élite satánica.